Monday, April 26, 2010

¿ASÍ QUE QUIERES SER GRANDE?




¿ASÍ QUE QUIERES SER GRANDE?

Josue 3:7 Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo.

El deseo de Dios es engrandecer nuestras vidas tal y como lo hizo con Josue. En un momento Josue fue llevado del anonimato a la grandeza. El mundo piensa que la grandeza del hombre se encuentra en los títulos, el dinero y las posesiones y lo buscan a toda costa sin importar vender sus valores o traicionar a quien sea. PERO NO HAY GRANDEZA COMO SER ENGRANDECIDOS POR DIOS. Cuando Dios decide engrandecerte no importa si tienes el titulo, el recurso, o si le gusta a quien te rodea. Lo que el Señor se propone lo logra.

Pero ¿Por qué fue que Dios lo engrandeció? ¿Cuáles eran las cualidades que habían en Josue que provocaron que el Señor lo tomara en cuenta para el liderazgo? Muchas personas me dicen; pastor quiero ser grande. Quiero ver mis sueños hechos realidad y ocupar lugares de privilegio. Si verdaderamente queremos ser engrandecidos por Dios necesitamos asegurarnos de tener las mismas cualidades de Josue. Hay mucho de lo cual puedo hablar sobre Josue pero me enfocare en cuatro cualidades.

Josue 1:1 Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:

1. ESPIRITU DE SERVICIO
La biografía de Josue da inicio con Josue hijo de Nun, servidor de Moisés. La vida de Josue se caracterizaba por su espíritu de servicio. La persona que Dios engrandece es aquella que esta dispuesta a servir. Esto es muy diferente a la manera de pensar del mundo pues vivimos en una sociedad egocéntrica donde cada quien busca su propio beneficio, el ser servidos, el ocupar el mejor lugar. Pero el éxito se mide no en cuanta gente te sirve sino a cuanta gente le sirves.

Mateo 23:11-12 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. 12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Todo aquel que desee ocupar el mejor lugar tendrá que servir. El ser cabeza, el ser líder tiene como fin el servir y no ser servido. Es por eso que el servicio demanda humildad. La humildad no esta en la ropa ni en tu apariencia, es una actitud del alma. El orgullo siempre busca posición, aplausos, elogios. El humilde es diferente pues aunque nadie lo tome en cuenta el sigue haciendo su trabajo. Si servimos para ser reconocidos de nada nos aprovecha. El verdadero servicio se demuestra cuando la persona a la cual servimos no nos puede ofrecer nada a cambio sino las gracias. Todos podemos servir de una y otra manera. En la iglesia, en la calle, el colegio, tu familia, tu cónyuge. Quizás tu digas; pero yo sirvo y nadie nunca me agradece. Aunque el mundo no te de las gracias, Dios si esta llevando inventario y a su tiempo te recompensara. Me encontraba en un avión rumbo a America Latina cuando por el megáfono anuncian que si alguien pudiera ceder su asiento a una familia que deseaba sentarse juntos. Yo sin titubear levante mi mano y cedí mi asiento. La azafata se acerco y me dio las gracias y me dijo que la siguiera por favor. Para mi sorpresa me sentaron en primera clase y me atendieron como rey. Dios nunca se queda con nada y si vives para servir a los demás el te recompensara. La segunda cualidad de Josue que lo llevo a ser engrandecido por Dios era su habilidad de creerle a Dios en los momentos mas difíciles.

Josue 3: 5-7 Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros. 6 Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo. 7 Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo.

2. CREERLE A DIOS Israel había llegado a los pies del río Jordan el cual había crecido de tal manera que era imposible de cruzar. Dios le habla a Josue y le da un plan a seguir que demandaría fe sobrenatural. Creyéndole a Dios Josue se para frente a su pueblo y les declara “prepárense que mañana Dios hará maravillas”. Todos enfrentamos jordanes en la vida. El Jordan representa las dificultades, pruebas, obstáculos que quieren impedir nuestro avance. Hay quienes en vez de decir mañana veré las maravillas de Dios confiesan mas bien palabras de fracaso y derrota. Si quieres ser engrandecido por Dios necesitas aprender a creerle aun cuando parezca imposible y no hay salida. Josue se caracterizaba por su disposición de creer y confiar en Dios. Es precisamente en este momento que Dios le dice “te engrandeceré”. ¿Por qué? Porque su fe agrado a Dios. Te animo a hacer lo mismo que Josue y en vez de hablar palabras de derrota comienza a decir; “mañana Dios hará maravillas en mi vida”.

Éxodo 24: 12,13,18 Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. 13 Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. 18 Y entró Moisés en medio de la nube, y subió al monte; y estuvo Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

3. FIDELIDADOtra de las características de Josue era su fidelidad para con su autoridad. Cuando Dios llamo a Moisés al monte Josue se levanto inmediatamente y le siguió. Pasaron 40 días y 40 noches y Josue no se movió. Porque en el existía una sincera fidelidad para con su autoridad. Cuando necesitaban reconocer la tierra prometida Josue dijo yo iré. Cuando Amalec ataco a Israel en el desierto Josue salio valientemente con sus hombres a la guerra mientras Moisés se quedo en el monte levantando las manos. Quieres ser grande? Aprende a ser fiel. Josue sabia que la fidelidad a su autoridad lo llevaría a la grandeza y es por eso que el reconocía su autoridad. Reconocer la autoridad que Dios ha puesto sobre tu vida te califica para recibir su grandeza. Reconocer la autoridad es; Amarla, respetarla, obedecerla, hablar el mismo lenguaje, compartir la misma visión. Otra de las cualidades de Josue que lo llevaron a ser engrandecido por Dios era su inconmovible compromiso para con el Señor.

Josue 24:15 Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.

4. COMPROMISO CON DIOS
Josue reúne al pueblo y en voz alta los desafía a tomar una decisión; Dios o los ídolos. Escojan ustedes, pero yo y mi casa ya hemos tomado la decisión serviremos a Jehová. Josue era una persona comprometida con Dios, sus valores jamás estaban en venta. El reconocía lo que el Señor había hecho en su vida y sabia que El tenia que ser su prioridad. Quieres grandeza? Comprométete de una y por todas con Dios. Re-itero mis palabras; Dios es el que engrandece. Hoy tienes que tomar una decisión y renunciar aquellas cosas que han afectado tu relación con el todopoderoso. Josue fue engrandecido porque el y su familia decidieron honrar a Dios. Honrar significa darle a Dios el lugar que el se merece en nuestras vidas, es respetarlo, amarlo, obedecerle, serle fiel.

1 Samuel 2:30c porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.

Dios promete honrar aquellos que honran su nombre. Si verdaderamente vivimos para agradarlo a El podemos tener la certeza que puertas serán abiertas, el bien y la misericordia nos seguirán y los deseos de nuestros corazones serán concedidos. Pero el también nos advierte diciéndonos que aquellos que los desprecian serán tenidos en poco. No podemos pretender ver éxito en nuestras vidas y vivir alejados de Dios. Josue era una persona con un espíritu de servicio, fidelidad, fe para creer y compromiso con Dios y fue por eso que fue engrandecido.

Josue 4: 14 En aquel día Jehová engrandeció a Josué a los ojos de todo Israel; y le temieron, como habían temido a Moisés, todos los días de su vida.

Dios cumplió su promesa a Josue y lo engrandeció a ojos de todo Israel. Desde ese momento en adelante la vida de Josue fue diferente. La biblia dice que todo mundo le temía lo cual significa que comenzaron a respetarlo, obedecerle, apoyarlo. ¿Quieres una vida diferente? ¿Quieres grandeza, honra, favor? Asegúrate que las cualidades de Josue reposen sobre tu vida.

8 comments:

  1. Hola hermano Ericson que Dios lo bendiga! A leer el mensaje de Josue me dio el animo de no perdir la fe y la fuerzas. Mas en estos tiempos es muy facil pedir la fe. Creo que a compartir la palabra de Dios nos anima a muchos come yo a continuar a pesar de lo que pasamos. Siempre tener la mirada solamente en El.

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  2. Muy sierto lo que la palabra de Dios
    nos dice

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  3. CUAL ES FE EN DIOS HAY TRES PERSONA DISTINTAS A QUE SE LLAMA LA SATISIMA TRINIDAD

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  4. SOMOS LO QUE QUEREMOS SEGUIRLE LLORA CON LAGRIMAS SINCERASOh Señor, deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este supremo atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
    Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.

    Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
    Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
    Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
    Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...)
    Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)
    Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí”
    La paciencia, la oración y el silencio refuerzan al alma. Hay momentos en los cuales el alma debe callar y no conviene que hable con las criaturas; aquellos son los momentos de insatisfacción de sí misma (...) En tales momentos vivo exclusivamente de la fe..."

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  5. La vida cristiana es vida de Iglesia, que tiene su corazón en la eucaristía. No puede haber, pues, vida cristiana sin amor a la eucaristía, y por tanto, de la Iglesia. Por eso la Iglesia, que nunca da leyes que no sean estrictamente necesarias, dispone en su Código de vida comunitaria: «El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la misa» (cn. 1247). Manda esto la Iglesia porque está convencida de que los fieles no pueden permanecer vivos en Cristo si se alejan de la eucaristía de modo habitual y voluntario. Desde el comienzo de la Iglesia los cristianos han sido siempre hombres que el domingo celebran la eucaristía. Y así seguirá siéndolo hasta el fin de los siglos.

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  6. Recordemos aquí solamente algunos testimonios documentales:

    Siglo I.-Jesús murió en la cruz «para congregar en uno a todos los hijos de Dios, que están dispersos» (Jn 11,52). Por eso los que habían creído «perseveraban en oír la enseñanza de los apóstoles, en la unión, en la fracción del pan [la eucaristía] y en la oración» (Hch 2,42). «Reunidos cada día del Señor [el domingo], partid el pan y dad gracias [celebrar la eucaristía]» (Dídaque 14).

    Siglo II.-«Celebramos esta reunión general [eucarística] el día del sol [el domingo], pues es el día primero, en el que Dios creó el mundo, y en que Jesucristo resucitó de entre los muertos» (San Justino, I Apología 67).

    Siglo III.-«En tu enseñanza, invita y exhorta al pueblo a venir a la asamblea, a no abandonarla, sino a reunirse siempre en ella; abstenerse es disminuirla. Sois miembros de Cristo; no os disperséis, pues, lejos de la Iglesia, negándoos a reuniros. Cristo es vuestra cabeza, siempre presente, que os reúne; no os descuidéis, ni hagáis al Salvador extraño a sus propios miembros. No dividáis su cuerpo, no os disperséis» (Didascalia II,59,1-3).

    Es clara, pues, y constante desde el principio de la Iglesia, la convicción de que los cristianos, ante todo, hemos sido congregados como pueblo sacerdotal, para ofrecer a Dios la eucaristía, el sacrificio de la Nueva Alianza. En medio de una humanidad que da culto a la criatura y se olvida de su Creador, despreciándolo (Rm 1,18-25), ésa es, como asegura San Pedro, nuestra identidad fundamental:

    «vosotros, como piedras vivas, sois edificados en casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por Jesucristo». Así pues, «vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido para pregonar el poder del que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1Pe 2,5.9).

    Sería vano excusarse de la asistencia a la eucaristía, alegando que, sin ella, puede vivirse la moral evangélica, que es lo más importante. Sí, hemos sido llamados los cristianos a una vida moral nueva, que sea en el mundo luz, sal y fermento. Es cierto. Pero recordemos sobre esto dos verdades fundamentales:

    1º- La primera obligación moral del hombre es ésta: «al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo darás culto» (Mt 4,10).

    Lo más injusto, lo más horrible, desde el punto de vista moral -peor que la mentira, la calumnia o el robo, el homicidio o el adulterio-, es que los hombres se olviden de su Creador, «no le glorifiquen ni le den gracias», y vengan así, aunque sea solamente en la práctica, a «adorar a la criatura en lugar del Creador, que es bendito por los siglos» (Rm 1,21.25). Y de esa miserable irreligiosidad, precisamente, es de donde vienen todos los demás pecados y males de la humanidad (1,24-32).

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  7. 2º- La fe cristiana nos asegura que es la eucaristía la clave necesaria para toda transformación moral. Cree en lo que afirma Cristo: «Sin mí, no podéis hacer nada» (Jn 15,5). En la misa, no sólo el pan y el vino se convierten en el Cuerpo de Cristo, sino también la asamblea de los creyentes se va convirtiendo en Cuerpo místico de Cristo. Participando asiduamente en la eucaristía es precisamente como los discípulos de Jesús «nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente, a medida que obra en nosotros el Espíritu del Señor» (2Cor 3,18).

    Por otra parte, recuerden también los cristianos alejados que es Cristo mismo quien nos convoca a la eucaristía con todo amor y con toda autoridad. Celebrarla a lo largo de los días y de los siglos es para nosotros un mandato del Señor, no un simple consejo:

    «En verdad, en verdad os digo que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros... El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él» (Jn 6,53.56). Así pues, «tomad, comed mi cuerpo y bebed mi sangre. Haced esto en memoria mía» (+Mt 26,26-28; 1Cor 11,23-26).

    Escuchemos, pues, la voz de Cristo y de la Iglesia, que desde el fondo de los siglos, hoy y siempre, nos está llamando a la participación asidua en la eucaristía. No despreciemos a Cristo, no menospreciemos la «doble mesa del Señor», en la que Él mismo nos alimenta primero con su Palabra, y en seguida con su propio Cuerpo.

    Los alejados, al no asistir habitualmente a la eucaristía, se privan así del pan de la palabra divina y del pan del cuerpo de Cristo. «La palabra del Señor es para ellos algo sin valor: no sienten deseo alguno de ella» (Jer 6,10). Y el pan del cielo no les sabe a nada: «se nos quita el apetito de no ver más que maná» (Núm 11,6). Lo que ellos desean, según se ve, es la comida de Egipto: «carne y pescado, pepinos y melones, puerros, cebollas y ajos» (11,5).

    Así las cosas, el Señor se queja con gran amargura, diciendo a sus hijos alejados: «Pasmaos, cielos, de esto, y horrorizaos sobremanera, palabra del Señor. Ya que es un doble crimen el que ha cometido mi pueblo: Dejarme a mí, fuente de aguas vivas, para excavarse cisternas agrietadas, incapaces de contener el agua» (Jer 2,12-13). «¡Ah! Mi pueblo está loco, me ha desconocido» (4,22).

    Que en no pocas Iglesias locales descristianizadas un 50, un 80 % de los bautizados viva habitualmente alejado de la eucaristía es un espanto, es una inmensa ceguera, es algo que no es posible sin una inmensa y generalizada falsificación voluntarista del cristianismo. Por eso a todos los cristianos alejados les exhortamos, como el apóstol San Pablo, «con temor y temblor» (1Cor 2,3), y «con gran aflicción y angustia de corazón, con muchas lágrimas» (2Cor 2,4). «En el nombre de Cristo os suplicamos» (2Cor 5,20): «no os engañéis» (1Cor 6,9; 15,33; Gál 6,7), pensando que la eucaristía no os es necesaria, «no recibáis en vano la gracia de Dios» (2Cor 6,1). «Miremos los unos por los otros, no abandonando nuestra asamblea, como acostumbran algunos» (Heb 10,24-25).

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  8. Cristo nos espera en la Mesa de la Eucaristía y en el Sagrario
    Bien es cierto que la Presencia real de Cristo Pan bajado del cielo se realiza para ser alimento de nuestras almas en la celebración del banquete Eucarístico, pero también es cierto que desde siempre la Iglesia reserva el Pan consagrado o sea Jesucristo vivo en el Sagrario por varios fines: distribuir la comunión a los enfermos y para su devoción. Jesús que dijo: “venid a mí los que están cansados y agobiados que Yo los aliviaré”, se queda en el Tabernáculo o Sagrario esperándonos.

    Nuestra asociación, si no es Eucarística no tiene razón de ser, nuestros miembros si no son devotos de Jesús Eucaristía no son miembros de esta Obra.

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